domingo, 26 de mayo de 2013

Hacen escuela

Apasionada y perfeccionista, una pareja enseña los secretos del café y cuenta por qué los argentinos todavía no sabemos tomarlo

Por   | Para LA NACION

                               

En el Mercado de San Telmo, Analía Álvarez y José Vales ofrecen cafés de todo el mundo. 

Una estadística difícil de probar indica que café es la palabra que más veces repiten por día Analía Álvarez y José Vales, dos periodistas argentinos que recorrieron la América latina ancestral e indígena para investigar la cultura que existe tras los frutos del cafeto. La expresan con entusiasmo y conocimiento de causa: saben cómo se procesa un grano sin sacarle la cáscara o cómo detectar una variedad por el aroma, fundamentos teóricos que mejoran la calidad de la infusión. Pero también tienen una mirada antropológica del fenómeno: cuando hablan de los países productores aluden a la cultura cafetera y sus cafetales, a las economías familiares y las agrupaciones cooperativas, a la identidad ancestral latinoamericana estrechamente ligada al café. Y así, contagian el deseo.
"Cuando llegás a un país cafetero es muy difícil que la gente no te trasmita su amor. Viven del café desde varias generaciones atrás y educan a sus hijos gracias a eso. Te muestran sus cultivos y sus variedades. Y cuando entrás en ese mundo no querés salir", puntualiza ella. 
"Aprendí que no es una bebida menor, como se la toma en la Argentina. Y que merece otro cuidado, que es la forma de respetar el trabajo de tanta gente", agrega él. 
La pareja fundó el Centro de Estudios de Café y luego el Coffee Town, especie de gazebo instalado en el Mercado de San Telmo, donde preparan y sirven personalmente cafés de todos los países productores del mundo.
"Aquí se sirve una bebida demasiado tostada, por mala praxis. El consumidor quiere agua muy caliente y hasta arriba del pocillo, porque si no piensa que le están robando la plata. Esa bebida provoca astringencia y acidez", establece Vales.
"Un rito imaginario señala que el café debe ser negro, caliente y amargo. ¡Y el buen café no es ninguna de esas tres cosas! Si es oscuro significa que el tostado es excesivo, y así se pierden los sabores. Si es caliente afecta las papilas gustativas. Y si es amargo hubo mala praxis en los procesos o se emplearon especias económicas. Vi quienes le ponen hasta tres sobres de edulcorante porque lo sienten amargo. ¡Eso le perfora el estómago a cualquiera!", completa Alvarez. Y se permite una broma al asegurar que si en los despachos de los políticos mejoraran la calidad de la bebida, se tomarían mejores decisiones

martes, 14 de mayo de 2013

Café Pendiente



Es una iniciativa que invita a realizar una acción solidaria, sin fines de lucro, basada en la confianza. Consiste en pagar anticipadamente un café a alguien que no tiene recursos para comprar una taza de café caliente.
Si sabés de alguien que quiera sumarse o pueda ayudar de alguna manera escribinos a cafependiente@hotmail.com